miércoles

Marcela, la mujer que quería ser libre


Marcela, la pastora que quería ser libre. Se ha puesto de moda lo de establecer días para todo, quizás es la manera de que el calendario nos recuerde cada despertar las utopías que tenemos pendientes y la humanidad se acueste más tranquila cada noche. Ahora le toca a la mujer, 8 de marzo: Día de la mujer trabajadora, quizás el día de la mujer sería más real porque lo otro suena a epíteto. Quizás por hormonas he sentido la necesidad de traer aquí a Marcela, un personaje de una de las obras más universales que conozco, “Don Quijote de la Mancha”. En el capítulo XIV, nos presenta a Grisostomo, un noble joven que abandona sus riquezas para convertirse en pastor por amor. Grisostomo se queda prendado de Marcela, otra joven noble y sorprendentemente hermosa que decidió retirarse al bosque para vivir en libertad sin la custodia de ningún hombre. El rechazo de Marcela no fue entendido por Grisostomo que acaba suicidándose. Los pastores en su entierro vilipendian y culpan a Marcela de su muerte. Don Quijote presencia el entierro de Grisostomo en la misma peña donde fue rechazado cuando aparece Marcela y realiza un monólogo al que merece la pena asomarse un poquito:
“Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos. Los árboles destas montañas son mi compañía, las claras aguas destos arroyos mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura(…)digo que cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él, con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento. (…) El que me llama fiera y basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata, no me sirva; el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esa fiera, este basilisco, esta ingrata, esta cruel y esta desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. (…) Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condición y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie”

Recomiendo leer el capítulo completo. Cervantes no deja de sorprendernos, pero todavía hoy cuestionamos nuestros actos dependiendo de la perspectiva con la que se mire...

Resulta triste que todavía hoy mucha  mujeres se vean obligadas a escoger la soledad (cuando se lo permiten) para seguir siendo libre. 
natalia

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